Hay que aceptarlo: estamos entrando en una nueva era. Una en la que, poco a poco, la ecología, la sustentabilidad y la conciencia han ido abriéndose terreno en nuestro día a día. Ahora, más que en todos los siglos anteriores más próximos, vivimos una preocupación colectiva por actuar de la mejor manera posible para reducir nuestra huella de carbono y ser amigables con el mundo que nos llena de vida, y una de las maneras de ponerlo en práctica es reciclando. Pero… ¡a veces no sabemos ni por dónde empezar! Si ya quieres empezar a ser más verde pero no sabes cómo separar correctamente los residuos o qué se puede reciclar y qué no, éste es tu artículo.
¿Cómo dividimos los residuos?
Bueno, claro que todos sabemos que, para empezar, se divide en orgánico e inorgánico.
*Lo orgánico son todos los residuos de comida, madera o desechos naturales como uñas, cabello, hojas, ramas, entre otros.
*Lo inorgánico es todo lo que está compuesto por materiales que, por sí solos, no se pueden descomponer rápidamente, como el metal, el plástico, el papel o cartón, vidrio y tetrapack, aunque este último está compuesto de varios elementos y no sólo de uno.
Todos los anteriores desechos inorgánicos pueden reciclarse, pero hay una mala noticia: hay desechos que no se pueden reciclar y que tampoco son precisamente orgánicos. Algunos ejemplos de esto son los residuos de curación, cigarros y sus colillas, textiles, pañales, toallas sanitarias, zapatos, fotografías, papel higiénico, cualquier tipo de papel plastificado o adhesivo, ceniceros y fierros oxidados, por mencionar algunos. Todos estos necesitan un tratamiento diferente a la hora de desecharlos. Pero vamos, ahora ya sabes qué cosas definitivamente son basura y no hay nada que hacer al respecto, pero enfoquémonos mejor a lo que sí podemos hacer.