Cada mujer es libre, pero algo cambia cuando se convierte en madre. Esto no quiere decir que abandone sus pasiones para cuidar de un pequeño ser, sino que ahora necesita más fuerza para cumplir su objetivo: procurar, educar y amar a sus hijos.
Sin embargo, la crianza de un bebé no es fácil. Llevamos heridas de la infancia que no queremos repetir, pero tenemos enseñanzas que queremos transmitir, así como continuar aprendiendo y poner en práctica los nuevos aprendizajes.
Cuéntanos cuál llevas a cabo y por qué te identificas:
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- Soltera: somos el sustento, trabajamos aunque recibamos poco apoyo. Por ello, pasamos poco tiempo con nuestros hijos. Eso sí, nada falta.
- Conservadora: es difícil dejar ir las prácticas con las cuales nos criaron; no está mal. En el futuro verás los frutos, aunque hoy seas criticada. No te sientas culpable, estás haciendo lo mejor, lo que un día hicieron por ti.
- No madre: ¿destino? No lo creemos, tomaste la decisión de criar a la hija o hijo de tu pareja. Eso no te hace una villana. Sabemos que las dos partes son difíciles, pero dentro de un tiempo las cosas mejorarán y no habrá diferencia o etiquetas.
- Joven: Falta mucha experiencia y a partir de aquí solo serán aprendizajes tras tropiezos. Al final hay un arcoíris, esa sonrisa que agradecerá los sacrificios y el cuidado.
No importa el tiempo de maternidad, algún día recibiremos de vuelta todo aquello que hoy damos.